Al hablar de problemas éticos "La vida y la muerte" es un tema
amplísimo, es casi como poder decir problemas éticos de la medicina o
hablar del bien y del mal, entonces hay que concentrarse en algunos de
los problemas que por alguna razón uno ha estudiado o se ha preocupado
en los últimos tiempos. Para mí uno de los mayores problemas de la
Bioética, es la escasa comprensión que hay de este campo, sobre la
naturaleza, las dimensiones, las posibilidades de este campo y a veces
la falta de información de calidad que existe en este terreno. Dicho
esto me voy a centrar en lo que ha planteado como un posible "derecho a
la eutanasia". El término "derecho a morir" suele aparecer con dos
acepciones como mínimo, una de ellas significa la potestad que asiste a
los enfermos terminales de exigir a los médicos que se abstengan de
iniciar o de continuar tratamientos a prolongarles la vida, es lo que se
suele llamar eutanasia pasiva. La otra acepción del derecho a morir
suele ser vista como la facultad de los enfermos terminales, de
solicitar que el médico o un médico que ponga fin a sus vidas o les
brinde ayuda para esto hasta el fin, la eutanasia voluntaria activa o de
suicidio asistido según el caso.
Desde una perspectiva ética estricta, el problema de la eutanasia se nos plantea en función de los conceptos de firmeza y de generosidad .Pues la firmeza y la generosidad se mantienen precisamente en los
puntos de conexión entre el individuo y la persona. Cuando suponemos
dada una situación de «desconexión total e irreversible» del individuo y
de la persona, y refiriéndonos únicamente a este individuo, parece
evidente la imposibilidad de aplicar al caso ningún tipo de virtud
ética, ni la firmeza, ni la generosidad. ¿Cómo podríamos ser generosos
–a fin de cooperar a su firmeza, «según el dictamen de la razón»– con el
individuo que está despersonalizado o degenerado por un coma profundo
irreversible? En esta situación, no son tanto los valores éticos, cuanto
los valores morales o jurídicos o estéticos o económicos aquellos que
podrán entrar en acción. No se trata de que en este caso el dictamen ético
pueda concluir: «es lícita en estos casos la eutanasia.» Más bien,
según nuestros presupuestos, su dictamen sería de este otro tipo: «no
tengo nada que decir, el caso cae fuera de mi esfera», como cae fuera de
la esfera económica la cuestión: «¿cuánto vale (económicamente) una
galaxia espiral?» Podría justificarse mantener en la vida al enfermo
terminal irreversible no ya por motivos éticos, sino científicos (para
«experimentar» biológica, psicológica o incluso sociológicamente); pero
estos motivos se considerarán anti éticos, como se consideran anti
éticas las vivisecciones. Podría ocurrir que la decisión en pro de la
eutanasia tuviera motores económicos o bien estéticos: evitar el horror
de la experiencia, no ya del sufrimiento del enfermo –suponemos que la
medicina puede aliviar el dolor– sino de su aspecto, de su impacto en
quienes le rodean. Cuando el individuo no se encuentre en situación
des-personalizada, el problema de la eutanasia puede plantearse
formalmente en términos éticos. Por ejemplo, y desde nuestros supuestos,
el deseo de morir, reiteradamente expresado por una persona que sufre
depresión, o alguna enfermedad o lesión grave, no constituirá motivo
ético suficiente para administrarle la eutanasia, pues nuestra
generosidad tendría que dirigirse a restaurar su firmeza «según el
dictamen de la razón». Es el mismo motivo por el cual, en situación de
despersonalización irreversible, la administración de la eutanasia no
puede atribuirse a la generosidad sino, a lo sumo, como hemos dicho, a
la propia firmeza de quien la administra. Hay otro contexto de una gran
significación ética en el que la eutanasia puede ser considerada:
es el contexto en el cual la eutanasia se nos presenta como una posible
alternativa a la llamada tradicionalmente «pena de muerte». Estaríamos
aquí ante una de las modulaciones de la idea de eutanasia en la que se
nos presentaría en la forma de un ejercicio de la virtud de la
generosidad por parte de las personas que envuelven al «responsable
libre» de un crimen horrendo.
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